Sorpresas te da la vida.
Hoy al mediodía tenía que acudir a un encuentro para charlar de algunos posibles proyectos futuros de animación, guión y planes varios. Total, que después de valorar las distintas posibilidades para trasladarme hasta el lugar de la cita, y de descartar por razones que ahora no vienen al caso a Clarice -es el nombre de mi bici-, la caminata, el metro y el autobús, he elegido el tranvía. Sólo lo había cogido una vez, con anterioridad, y no sabía exactamente cuál era su funcionamiento. Si pasaban tranvías distintos hacia lugares diferentes, o si cada parada esperaba tranvías con un solo destino.
He llegado a la parada en cuestión, había un tranvía parado, y he abierto la puerta para preguntar si iba hacia donde me interesaba. El conductor, aparte que estaba hablando por el móvil animadamente, viaja encerrado en una especie de urna de metacrilato inexpugnable, de modo que no sólo no me ha contestado sino que, seguramente, ni siquiera me ha oído.
Me ha contestado un tipo sonriente y me ha indicado que, en efecto, iba hacia donde yo quería ir.
He subido, he desenfundado mi T10, la he introducido en la ranura de la máquina pica billetes pero... resulta que mi tarjeta estaba gastada -título agotado, dice el bicho-. ¿Qué hacer?
Dentro del tranvía no venden billetes. La máquina expendedora estaba a unos metros. Yo tenía prisa, y no quería perder ese tren -quienes me conocen saben de mi obsesión por la puntualidad; no me gusta hacerme esperar.
Entonces he hecho algo muy extraño que todavía no acabo de creerme: al tipo agradable y sonriente que me había indicado que aquel tren iba hacia donde me interesaba, le he pedido que me invitara al viaje. En realidad le he dicho, ¿te pago el billete y picas en tu tarjeta un viaje para mí? Y me ha dicho: No hace falta que me des nada.
Y ni corto ni perezoso, con una amabilidad que me ha dejado pasmada, zas, me ha regalado un billete. No sabía cómo darle las gracias, así que le he preguntado:
¿Tienes hijos o sobrinos?
Y él -claro, extrañado-, me ha contestado:
No, no tengo hijos. Ni siquiera estoy casado.
Entonces le he sonreído, apenada, y le he señalado el manojo de libros infantiles que llevaba en la mano, como queríendole decir que, si hubiera tenido hijos o sobrinos, le habría regalado alguno -me he ahorrado explicarle que los había escrito yo; era abrumarlo-.
Se ha bajado antes que yo -de modo que si hubiese venido el revisor, habría tenido que intentar que creyera lo que acabo de escribir para que no me multara-. Y desde la calle, desde unos pasos más allá del autobús, me ha buscado con la mirada, me ha encontrado, puesto que también yo lo buscaba, y nos hemos despedido agitando la mano, como viejos conocidos, siendo, como éramos, nuevos desconocidos urbanos.
28 comentarios:
Te daré una "paguilla" = T-10 ;)
Esther:
¿Gastada? ¡Jajajajaja!
Flavia, con este tesoro yo también he viajado en el tranvía...Gracias a este escrito el nuevo desconocido nos invitó a tod@s.
Por cierto, seguro que no le hubiera importado "volver a la infancia" acompañado de uno de esos libros ¡Ese viaje no tiene precio!
Bueno y la maquina solo acepta monedas .
Yo hace años tenia que ir en tren pero como era un adolescente muy divertido y dicharachero me habia gastado todo el dinero en copas y eran las siete de la mañana , asi que me subi al tren sin billete, a mitad de trayecto el revisor me engancha y le digo : he de llegar asi que ire subiendo en cada tren hasta llegar a mi destino , puedo tardar medio día .
Al tio le debi caer bien y ni multa ni billete ni me largo del tren. Y es que de vez en cuando hay conexiones instantaneas.
Hola. Te invitamos a visitar nuestra publicación. Un saludo.
¿Y si ese hombre es un espía y lo llaman el Agente Díez? ¿Leía acaso el periódico? (Hubiera estado bien que os intercambiárais el ADN)
..."Tramposa en el Tram trama una coartada, hartada ya del corta el rollo: aquí hubo tomate incipiente del revisor previsor. El conductor continúa —tras largo rato— en su recipiente de metacrilato", podría ser el titular de la página 10.
Saludos, me gustó tu post.
Botavara:
Me alegra que también tú te hayas encontrado al generoso sujeto, jajajaja.
Francis:
Esa anécdota es para contarla, seguro. Difícil encontrar un revisor que aplique antes el sentido común que la normativa.
Un tranvía llamado deseo, gran frase de la prota: "...siempre confié en la bondad de los desconocidos." Flavia, un beso
lolasincola:
Gran frase, en efecto. La bondad de los desconocidos... da para pensar. Otro beso, lolasincola.
Me voy a ver danza al Mercat de las flors , pinta bien , ya contare , lo malo es que no la podre recomendar en caso de gustarme , la danza contemporanea siempre dura poquisimo , Así es imposible que la gente se aficione .
Esto no viene a cuento pero bueno .
De vez en cuando encontramos buenas personas, gente que tiene un momento de desinteres y humanidad, que con su acción nos ilumina y nos da esperanza durante un par de dias.
Por otra parte me encanta que pongas un nombre a una bicicleta. Recuerdo que en mi pueblo de Lleida los autocares de linea se llamaban "el rapid", "l'avi" ...Es curioso que solo bauticemos a los barcos de mayor calado, seria bonito los coches con nombres (en USA los ponen en las matriculas). También podriamos poner nombres a nuestros arboles mas estimados, como hacemos con nuestro perro o nuestra gata.
Francis:
El mercat de les flors y la danza siempre vienen a cuento. Y sí, cuéntanos qué tal, aunque sea a toro pasado.
Civisliberum:
Lo de la bici es por la escritora Clarice Lispector. Ando con ella -con la bici- más contenta que una niña con zapatos nuevos.
Y es cierto, ponemos nombre sólo a algunas cosas... de manera arbitraria. Por ejemplo, al coche ni se me ocurre, y al ordenador tampoco.
Curiosamente, estamos tan acostumbradas a no recibir amabilidades que cada vez que alguien es más amable de lo normal con nosotras miramos a ver dónde está el gato encerrado. Yo viajo también con una T-10 de una zona y a veces de dos zonas. Un día se me ocurrió que cuando acababa la de dos zonas, que sólo la utilizo para RENFE, saliendo de la estación, la podía regalar a alguien para que la utilizara en el metro o en el autobús, teniendo así, casi dos horas para hacerlo de forma gratuita.
Pues… cada vez que intento regalar la tarjeta la gente se piensa que les pretendo timar de alguna manera. Me cuesta cantidad de tiempo explicar que es una manera de aprovechar al máximo la tarjeta. De vez en cuando, encuentro a alguien que enseguida ve mi idea y me sonríe diciendo: “yo también haré lo mismo, es una idea genial”. ¡Pobre! No sabe que el tiempo que va a tener que dedicar en explicaciones para que la gente se crea que es un regalo, que no les estás pidiendo nada, si no dando…
me encantan estas pequeñas historias. leerlas y vivirlas, claro. rompen un poco con la rutina, te sorprenden, y te dan unas ganas locas de hablar con alguien para explicárselo.
seguro que fue lo primero que contaste cuando llegaste a tu cita...'¿sabes lo que acaba de pasarme?...blabla...' y seguro que a tu interlocutor le gustó escucharlo.
por cierto, ¿sabes lo que me pasó elotro día?
dintel:
tu historia de la "tarjeta regalo" es de lo más cómico. Puedo imaginar muy bien la situación, ¡jajajaja! me encanta. Es cierto, las personas, en general, desconfiamos de la generosidad ajena. Pero vaya, me apunto lo de la tarjeta, lo aplicaré. Yo lo hago con lo de los aparcamientos en la calle: siempre pago más de lo necesario y luego me cuesta horrores que alguien me acepte el tiquet del rato que me queda.
s(erena):
la verdad es que esperé llegar a casa para escribirlo en el blog. Luego resultó que una de las personas con las que me entrevisté lo leyó, y en efecto, le hizo mucha gracia.
Y dinos, ¿qué te pasó el otro día?
Interesante relato.
Saludos desde Madrid.
Leo Zelada:
Gracias por tu visita y por tu comentario.
Qué tipo más majo. Lástima que no tuviera hijos aunque a lo mejor, de todas formas, le habría gustado uno de tus libros.
Ando yo ahora empezando a leerle cuentos a mi hija que tiene 20 meses. Buscaré a ver si encuentro alguno tuyo.
Besos y gracias por la visita
la interrogación:
los míos son en catalán, de momento. quizás para cuando tu niña, dentro de unos años, empiece a leer, estén traducidos al castellano. ¿o lees en catalán? de todos modos, las ilustraciones son fantásticas, de la pintora Sabala y a los niños les encantan.
Sobre los libros infantiles:
Yo tengo la teoría, que las personas acumulamos las edades , es decir no pasamos de una edad a otra sino que las almacenamos y es por eso que de repente te pones a jugar con un niño de tres años a coches y parkings, así pues también puedes leer un libro infantil en un momento determinado para ti mismo, no para un niño.
La expresión: Disfrutar como un niño no es adecuada pues sigues siendo un niño y un adolescente (por ejemplo en el fútbol) y un joven y un adulto….. , lo que ocurre es que sueles vivir en el registro de tu edad actual, pero las otras están allí, dispuestas a salir en cualquier momento.
Francis:
Me encanta esa teoría tuya, hombre de las teorías! Me la quedo. (Y siempre que la presente, te citaré como su autor, claro, jejejeje).
Esto... Yo soy una niña (si quieres) o tengo niños (si es mejor) y, también si quieres, te invito al tranvía. ¿Me das mi libro? (estoy tendiendo la mano, con los ojos puestos en algún resquicio de las baldosas, y un pie jugando en el aire). ¿Sí?
Pues le podrias haber explicado esta historia durante el viaje, seguro que le habría gustado.
A lo mejor es un error que no se te ocurra ponerle nombre a un ordenador, no es tan distinto a la bici, una simple construcción artificial en ambos casos. Intuyo un cierto prejuicio promovido por tópicos varios, uuummm. Los ordenadores no son fríos, de hecho, tras un rato, se calientan bastante, pero queda muy bien mantenerlos en ese lugar común y negarles todo el glamour, ¿qué haríamos sin nuestra maleta de tópicos? La bicicleta te lleva de un sitio a otro y la sientes fácilmente como tuya, vale, pero en muchos casos el ordenador es un gran compañero también. Para muchos de nosotros es nuestra "pluma", pero sólo con pensar que ahora mismo es una ventana al mundo, como esta, creo que se merecería un nombre. Hay un fragmento de las historias de Alicia en el País de las Maravillas en el que alguien pregunta porqué tienen nombre las cosas si no nos contestan cuando las llamamos.
Por cierto, Clarice me resulta inquietante, me recuerda a la protagonista de "El silencio de los corderos".
Well, Clarice - have the lambs stopped screaming?
em quedo am aquesta frase: desconeguts urbans. Donaria per fer un llibre, eh?
Bon trajecte company(a)!!!
Carmen Moreno:
Hecho. En el primer tranvía en que coincidamos, se lo entrego. Y podemos quedar algún día en algún tranvía llamado casualidad para que la entrega no sea tan difícil.
Frilanser:
Pues que no sabía yo aún la historia, mientras la vivia. Pero habría sido bueno que se la contara.
Y la verdad, tienes razón, porque si calculamos en horas, paso muchas más con el ordenador que con Clarice. Pero... tampoco le he puesto nombre a mis plumas, que es con lo que más escribo. No sé qué ocurrió con Clarice, pero podría atribuir lo del nombre al hecho de que la reconozco, porque tiene una marquita de nacimiento, una pequeña muesca en el manillar, y ella es ella y ninguna más. O, como dices tú, a atávicos prejuicios que no sé cómo explicar. Podríamos inventar un cuento.
festidiada:
tal vez sí daría para un relato. desconocerse es una forma muy habitual de relacionarse, ¿no?
Mañana Lunes en el CCCB a las 19 :30 , vila-matas hace una conferencia sobre su libro . 3 euros .
Desconèixer és sempre el previ pas a conèixer...veig que tens nou post! després me'l llegiré!
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