Esta vez, de mis alumnos de Microrrelatos 1.
Que los disfrutéis. :-)
DESBLOQUEO
Me siento con papel y lápiz y no me sale nada, porque hace tiempo que no
escribo. Bloqueo de escritores, le dicen. Sí, es una pared que se me pone en
frente y no deja ver mas allá. ¿Qué hay detrás de ese muro? Le aplico un mazo y
a escribir. Encuentro un universo lleno de posibilidades. Como un juego de
puntos que hay que unir para que tomen forma. Al fondo de todo hay cuatro
puntos, los uno y se forma una hoja de papel que también puede ser una ventana,
vamos a abrirla a ver qué hay. Estoy en un mundo dentro de un submundo. Hay
personas esperando a ser escritas para que comiencen su interpretación. Lo que
normalmente me funciona es escribir sobre la marcha y quedarme con lo que me
gusta. Por ejemplo, tengo a Carmen de 27 años con su bolso, no sabe que hacer,
espera mis instrucciones. Comienza a caminar por una calle que parece un set de
Hollywood por donde pasan varios personajes con caras anónimas en un mundo
perfecto. Se detiene delante del escaparate de una tienda de novias y fantasea.
Se le acerca Tomás, de 30 años, para pedirle la hora. «Te conozco» —piensa
ella. El piensa: «Jo, qué guapa eres». Ni Carmen, ni Tomás se percatan de que
ella tiene un caniche que la acompaña, a quien acabo de escribir. El perro se
lanza a la pierna de Tomás, creando un momento incómodo para ambos que se
resuelve con un par de risas. Ella insiste en invitarle a un café, él,
sorprendido y confuso, acepta. En la misma acera, al doblar la esquina se
materializa una terraza con mesas, muy al estilo francés de las películas.
Convenientemente, hay una mesa vacía con dos sillas, se sientan y piden dos
cafés con leche. Todo parece inofensivo hasta que coloco un dispositivo de
grabación de vídeo y sonido dentro del bolso que Carmen cuelga cuidadosamente del
respaldo de la silla. Tomás mira su propio reflejo en el cristal del bar
asegurándose de que va bien puesto, se quita su foulard y lo cuelga de su
silla. «Manos al asunto» dice ella. Carmen abre su mano y revela una pequeña
caja de madera que coloca sobre la mesa. Él la mira y extiende el brazo para
abrirla, pero son interrumpidos bruscamente por el camarero, a quien doy un
poco de personalidad haciéndolo torpe y despistado. Coloca las dos tazas de
café sobre la mesa y al verter la leche en sus respectivas tazas la derrama
sobre la caja ensuciándola. Carmen y Tomás se miran con miedo y sorpresa, el
camarero se disculpa y la coge para lavarla. Justo en ese momento llega el
camarero real pues el primero es un impostor que sale corriendo a toda prisa
con la caja en su poder. Carmen y Tomás reaccionan, agarran sus prendas y
corren detrás de él. (Ahora el perro estorba, tengo que acordarme de borrarlo).
El falso camarero, a quien llamo Toni, cruza la calle a toda velocidad, la
pareja cruza detrás de él, esquivando coches que va plasmando mi mente en el
papel. Toni entra en un edificio que crece 5 plantas ante los ojos del lector.
Segundos después, la pareja entra al vestíbulo y no le ve. Rápidamente deciden
separarse: él tomará las escaleras y ella el ascensor, que la señal indica que
ha parado en la última planta. Minutos más tarde, la pareja se reencuentra
delante de la puerta de la azotea. La abren y hay una multitud de caras
conocidas y sonrientes que gritan: «¡Sorpresa!». Se acerca sonriente el
impostor que se quita un falso bigote y una peluca, revelando su identidad de
futuro padrino de bodas. Le guiña el ojo a su cómplice, Carmen, y abraza a
Tomás. Toni se despega de él revelando a sus invitados que voy multiplicando a
medida que su brazo va de un lado a otro. Encima de los partícipes de la fiesta
se lee un gran letrero de colores que pone: «FELICIDADES». Al fondo de todo hay
una gran pantalla de vídeo que ha estado exponiendo toda la movida. Los tres se
acercan al entusiasmado grupo, alguien le da un micrófono a Carmen y su
cómplice le devuelve la pequeña caja. Ella se apoya en una rodilla delante de
Tomás y cuando está a punto de hablar, decido dejarles en privado pues las
fiestas de boda o pre-boda me agobian. Cierro la puerta de la azotea, que
convierto en una hoja papel, que ahora permanece escrita. En cada esquina hay
un punto que yo mismo he unido con trazos. Dejo el lápiz sobre el papel y me
echo hacia atrás balanceándome sobre las patas traseras de la silla. Estoy
satisfecho.
Arturo Hernández
PRIMAVERA
Avui al tren ha pujat una abella. S’estava quieta a sobre
de l’únic seient buit, lluint el seu cos ratllat. Ha atret les mirades dels que
sèiem al voltant, i també la d’un home que s’estava dret. Els desconeguts ens
buscàvem amb els ulls, i ens informàvem els uns als altres; ha començat a
córrer la notícia.
La noia grassa s’ha aixecat amb cara d’espantada i s’ha
canviat de lloc. Somreia la dona dels llavis molt pintats, com amb ganes de
parlar. L’home gran de la caçadora s’ha acostat a l’insecte i ha murmurat entre
dents. El noi de la gorra ha deixat un moment de mirar el mòbil, i després ha
tornat al seu joc. L’abella continuava allà quieta, tothom esperava que passés
alguna cosa.
A la mateixa parada que jo, l’abella també ha baixat. De
seguida ens hem perdut entre la gent.
Montse Alegrí
Agujero negro
Día tras día, a la vieja estación acuden decenas de
personas grises, vencidas, la mayoría ancianas. Se acumulan poco a poco en el
andén, pacientes, mientras un viento gélido hace oscilar el enorme reloj
central. Van ligeros, sin maletas. En la espera, los pasajeros se miran unos a
otros con resignación.
Cuando la estación queda desierta, vuelve el
silencio.
Quienes conocen la situación afirman que hace más
de medio siglo que no circulan trenes por esas vías.
Lauren Capilla
2 comentarios:
Maravillosos estos micro relatos, el que está en catalán, bueno, no lo entiendo todo.
Ha sido un gusto leerlos.
Saludos.
Claudia:
Gracias. La verdad que son buenos microrrelatistas. Me alegra que te hayan gustado.
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