Se acerca.
Hace tiempo escribí algo sobre esos reyes en una novela titulada Melalcor.
Por cierto: ¿Les habéis enviado ya vuestra carta? Ojalá os traigan cosas de ésas importantes, de las que no pueden comprarse ni venderse.
El fragmento de la novela:
"Toda la gente que lo rodeaba tenía más protagonismo que su persona minúscula. La única consideración de importancia hacia su existencia se desvaneció con el conocimiento de la verdad sobre los reyes de Oriente. Fue como tragarse un sorbo de lejía. Nunca olvidaría aquellas horas:
Los progenitores habían salido. Habían ido a casa de la abuela Miquel para llevarle el pavo que teníamos que zamparnos aquellas fiestas. Mientras tanto yo, que acababa de cumplir siete años, me puse a jugar por casa con un coche a control remoto que me había regalado el hermano del señor Savalt. Mira por dónde, el coche de las narices fue a parar bajo la cama de los progenitores. No había nadie que pudiera ayudarme. Incluso el yayo había salido; se había escapado hacía un par de horas, y en aquel momento no me apetecía ir a buscarlo al agujero. Así que, como no conseguía sacar el coche con el mando a distancia, me agaché para cogerlo. Total, que veo un montón de paquetes envueltos con papel de regalo y un pensamiento absurdo me invadió la mente en contra o sin la intervención de mi voluntad, ya por entonces deteriorada: los reyes están aquí. ¡Miedo! ¡Miedo! Miré alrededor, preocupado, y me senté en la cama de los progenitores a pensar. No tuve que darle demasiadas vueltas al asunto.
Cuando los progenitores volvieron de casa de la abuela, no dije nada. Esperé con paciencia a que llegara el 6 de enero para ver si se confirmaban mis sospechas. Y sí. El papel de regalo era el mismo que yo había visto, y debajo de la cama de los progenitores ya no había nada. Conclusión: como los Reyes pasan de mí, los progenitores montan toda esta pantomima. Conclusión: ningún extraño se ocupa, ni se acuerda, ni sabe de mí. Conclusión: mi soledad en el mundo es un hecho. Aparte de la gente de este pueblo en donde vivo, no me conoce nadie.
En aquel momento empezó la angustia que nunca más me ha abandonado, y que se agravó notablemente el día en que llegué a la segunda conclusión terrible de mi vida: todos tenemos un precio.
Pero esto es harina de otro costal."
Los progenitores habían salido. Habían ido a casa de la abuela Miquel para llevarle el pavo que teníamos que zamparnos aquellas fiestas. Mientras tanto yo, que acababa de cumplir siete años, me puse a jugar por casa con un coche a control remoto que me había regalado el hermano del señor Savalt. Mira por dónde, el coche de las narices fue a parar bajo la cama de los progenitores. No había nadie que pudiera ayudarme. Incluso el yayo había salido; se había escapado hacía un par de horas, y en aquel momento no me apetecía ir a buscarlo al agujero. Así que, como no conseguía sacar el coche con el mando a distancia, me agaché para cogerlo. Total, que veo un montón de paquetes envueltos con papel de regalo y un pensamiento absurdo me invadió la mente en contra o sin la intervención de mi voluntad, ya por entonces deteriorada: los reyes están aquí. ¡Miedo! ¡Miedo! Miré alrededor, preocupado, y me senté en la cama de los progenitores a pensar. No tuve que darle demasiadas vueltas al asunto.
Cuando los progenitores volvieron de casa de la abuela, no dije nada. Esperé con paciencia a que llegara el 6 de enero para ver si se confirmaban mis sospechas. Y sí. El papel de regalo era el mismo que yo había visto, y debajo de la cama de los progenitores ya no había nada. Conclusión: como los Reyes pasan de mí, los progenitores montan toda esta pantomima. Conclusión: ningún extraño se ocupa, ni se acuerda, ni sabe de mí. Conclusión: mi soledad en el mundo es un hecho. Aparte de la gente de este pueblo en donde vivo, no me conoce nadie.
En aquel momento empezó la angustia que nunca más me ha abandonado, y que se agravó notablemente el día en que llegué a la segunda conclusión terrible de mi vida: todos tenemos un precio.
Pero esto es harina de otro costal."