Por mis muertos
Por mis muertos, de Flavia Company
Hay secretos que no deben sacarse a la luz, que lo cambian todo, que son el germen de toda una vida de mentiras, de silencios, de ausencias indescriptibles. Y hay amores que no son reconocidos, que son desenfocados por la luz de una cámara que no quiere grabar las evidencias, que saca de plano a aquellos dos cuerpos que se unen como sólo lo hacen las personas que se aman, las de verdad, por el simple hecho de haber nacido con el mismo sexo. Un amor que se sitúa en la zona límite entre la vida y la muerte. La vida por los sentimientos, la muerte por la sinrazón. Y como si fuera un juego donde las piezas de un puzzle están sin poner en su posición adecuada, nos encontramos Por mis muertos que requiere de esa empatía por parte del lector que sólo pueden encontrarse en las buenas historias que se escriben con el corazón. No en vano, la dedicatoria que reza al inicio de este libro no es otra que la de un amor que pervive, que está ahí, que escucha y que es la razón por la que hoy en día, ahora, en este momento, yo puedo hablar de él. Un amor que comparto, por los libros y por alguien más, sin nombre, sin apellido, sin género ni dudas. Porque en la literatura no hay amores que valgan la diferencia que la sociedad les impone. Y a través de las palabras podemos construir una historia, un relato, que una nuestra vida a la de los demás de una forma tan brutal que, en ocasiones, seremos nosotros mismos los que caigamos rendidos ante una verdad que se nos plantea difícil de entender a veces: el amor, el bueno, trasciende a todo ser humano. Y eso es indiscutible.
Que yo no conocía a Flavia Company es cierto. Que me arrepiento de ello, también es cierto. Pero que como bien se dice nunca es tarde si la dicha es buena es una verdad como un templo, es absurdo negarlo. Por mis muertos resume perfectamente esa sensación que da cuando un libro pincha en el hueso y nos trastoca una parte de la vida. Recuerdo que parte de su lectura fue en un autobús, después de unas horas ajetreadas, de muchos proyectos que empiezan. Y lo abrí como quien abre un bombón que aparece de repente, sin haberle prestado la atención debida, la necesaria para notar cada parte de su textura. Como quien abre algo desconocido y se encuentra, de repente, con algo familiar que le retuerce el estómago y casi le deja sin respiración. Fue una lágrima, una lágrima pequeña la que me acompañó en ese viaje. Porque hay prosas que invaden, hay frases que agarrotan, hay mentiras que no llegan a buen puerto, y hay verdades que cuando son contadas, aunque sean una obra de ficción, impactan tanto o más por vernos reconocidos en sus palabras. Es una suerte, casi un milagro, que en mi vida se topara este sueño, estos cuentos que se convierten en lo idolatrado, en lo que miramos de reojo, en lo que intentamos negarnos y en lo que viajamos a través de nuestro interior.
La vida por el desagüe, un marinero que elige su muerte, una carta que es rescatada de donde nadie lo esperaba, amores y desencuentos, un viaje extraño por dos amores diferentes, e imágenes que perviven en la memoria. Por mis muertos son retazos de vida, de comprensión, pero de incomprensión también, de la muda contemplación de los minutos que pasan, de la muerte que llega, de lo unidas que están las personas que se evitan, que no se conocen, que se encuentran a kilómetros de distancia. Es un pasar de luces, en una carrera desenfrenada, son esos silencios que Flavia Company quiere que no callemos, que hablemos, que gritemos a los cuatro vientos, en cada esquina de nuestras calles, de las aceras que nos gobiernan y que nos convierten en viandantes de la realidad más dura, y más pura a la vez, que nunca llegarán al final de su viaje. Yo dejé escapar una pequeña lágrima, pero en ella se contenía todo el torrente por el que navegaba el mismo yo que fui hace tiempo y que escondí en el armario, en ese armario que a veces se abre pero que permanece entreabierto, sin saber si salir del todo o no. Porque en ocasiones nos encontramos demasiado a gusto en la oscuridad, en la penumbra de nuestros secretos, pero siempre hay una bombilla que nos da la luz necesaria para acabar contrarrestando nuestras inquietudes. Es un placer, un placer conocerte Flavia, aunque sea a través de tus palabras, porque en estas páginas hay verdad, hay dolor, pero también una sinceridad que nos descubre, que nos alienta, que nos convierte en lectores satisfechos de nosotros mismos. No hay mayor regalo que ese en esta vida. No hay mayor comportamiento que nos lleve a ser lo que somos. Eso es leer. Eso es nuestra propia existencia.
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2 comentarios:
Muy buena la critica, que vaya bien el tour, Zaragoza es la ciudad del gran franco deterioro.
http://www.youtube.com/watch?v=2LZncmMUGMU
Francis:
Gracias. Seguimos en marcha. La acogida es muy muy buena. Estoy agradecida y contenta. :-)
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