En el
libro EL PUNTO CIEGO, de Goleman, publicado por Debolsillo y traducido
por David González y Fernando Mora, hoy he encontrado este estupendo
chiste:
Un hombre que se cree muerto va al psiquiatra, que naturalmente intenta convencerlo de que está vivo. El paciente se empeña en seguir convencido de que está muerto. Por fin el psiquiatra encuentra el modo de demostrarle que eso es una obsesión suya que no responde a la realidad, así que le dice:
"Estamos de acuerdo en que los muertos no sangran, ¿verdad?"
El paciente lo admite. Entonces el psiquiatra coge un alfiler, le pincha el brazo y el paciente, que empieza a sangrar, dice: Esto solo demuestra que los muertos TAMBIÉN sangran.
Un hombre que se cree muerto va al psiquiatra, que naturalmente intenta convencerlo de que está vivo. El paciente se empeña en seguir convencido de que está muerto. Por fin el psiquiatra encuentra el modo de demostrarle que eso es una obsesión suya que no responde a la realidad, así que le dice:
"Estamos de acuerdo en que los muertos no sangran, ¿verdad?"
El paciente lo admite. Entonces el psiquiatra coge un alfiler, le pincha el brazo y el paciente, que empieza a sangrar, dice: Esto solo demuestra que los muertos TAMBIÉN sangran.
2 comentarios:
Ja ja ja...La rigidez no es buena para nadie ni para nada.
Araceli:
Es justo lo que ocurre antes del rigor mortis. :-)
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