Ya está desde hace unos días en la calle el libro de poemas Ísola, de Nora Almada. Hoy he tenido enre las manos unos primeros ejemplares, y me ha hecho mucha iusión.
Soy autora del epilogo del libro, de modo que aquí les dejo copiado ese texto que sentí, pensé y quise para esos versos. (Junto a la recomendación de que busquen el libro y lo lean, claro está).
EPÍLOGO
Flavia Company
Nosotras ya estábamos en la isla y vimos llegar gente. Había de todo. Náufragos y turistas: dos maneras de viajar que jamás se tocan. Los primeros se acercaban a nado, solos, y los segundos en grupo. A veces también observábamos el arribo de otro tipo de personajes, solitarios unos, perdidos otros. Y animales, como por ejemplo ballenas o gaviotas o gatas en celo.
Nosotras ya estábamos allí desde hacía tiempo y no habíamos podido irnos, claro, porque de las islas no se va una igual que llega. No se puede salir tan fácilmente: se mire hacia donde se mire, todo parecen salidas. Pero no. Cómo se distingue el sitio por el que una puede irse del lugar que, como una cinta de Moebius, la obliga a regresar al punto de partida.
Nosotras ya estábamos allí y cuando veíamos llegar a alguien nos alegrábamos, como es natural, y también nos reíamos nerviosas y también nos dábamos cuenta de que les iba a pasar lo mismo, de que ya no iban a saber cómo marcharse.
Ella nos decía sus palabras y nosotras íbamos viviendo a la vez, porque eso sí se puede, sí se puede vivir mientras a una le cuentan palabras. Es más, eso ayuda a vivir, porque a veces unas cuantas letras se convierten en un modo distinto de cerrar los ojos o de abrirse al mundo. Así que mientras ella nos decía sus palabras íbamos viviendo, construíamos casas y telescopios. Y también cacerolas de barro o móviles con conchas marinas. Amábamos y desamábamos, que es el mismo verbo en tiempos distintos.
Fuimos felices en la isla. Lo somos. Y por eso nos quedamos. Porque hemos sentido algunas cosas que jamás habríamos imaginado y aprendido otras que debemos mantener en secreto. Un secreto del que, ahora que han llegado hasta aquí, ustedes también forman parte.
2 comentarios:
Ay, Flavia, es imposible después de leer tu epílogo, que a una le dé tiempo de acabar de vestirse para salir a comprarse ese libro.
Yo también vivo en una isla, ya sabes.
UN CAPVESPRE ET PORTARÉ A FORMENTERA
I entre ribera i ribera,
amb un rosari partit
d'illots que treuen el pit,
resta la mar presonera.
Villangómez, Marià.
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