Solo la vi una vez: oírla y verla tocar fue como levantar el vuelo, como ir hasta los lugares más lejanos e insospechados.
La escuché siempre, la admiré, la admiro. Desparece su cuerpo. Nada más. Su música y su amor por la música van a seguir mientras nuestro mundo siga. Y más, quizás.
Incomparable Alicia de Larrocha, con esas manos tan pequeñas que no llegaban a la octava pero que conseguían tocarla al unísono gracias a una velocidad literalmente imposible, es decir mágica. El poder del deseo. El absoluto.
5 comentarios:
Pequeña Alicia...GRANDE ALICIA!!
Precioso recuerdo.
Un saludo.
Gracias...
Coincido plenamente contigo, Flavia: http://carlosjaviergalan.blogspot.com/2009/09/alicia-de-larrocha.html
Aunque, claro está, tú lo dices mucho mejor.
Un beso.
Si,coincido.
Tu lo has dicho mucho mejor.
Tu lo has dicho muy bonito.
Saludicos.
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