Esta historia es para alucinar, de verdad os lo digo. En 2009 un hombre para mí desconocido envió a su familia, justo al despertar en una habitación del Clínic de Barcelona de la operación de un tumor maligno, a que se acercaran para que le dedicara un ejemplar de "Con la soga al cuello". Era Sant Jordi. El modo azaroso en que había llegado a mí y los detalles de ese día, podéis encontrarlos aquí, en este mismo blog:
Esa historia quedó después recogida en el relato "Alrededor de un epitafio", de mi libro Por mis muertos. En él podéis encontrar la continuación de la historia. El nudo, podríamos decir.
Pero el final ha tenido lugar este fin de año, en que he regresado al hotel El convent, donde comenzó todo. Revisando las estanterías de las disttintas pequeñas bibliotecas que hay en distintos rincones de ese maravilloso edificio restaurado, encontró de pronto mi mujer un ejemplar de "Con la soga al cuello". Me pareció curioso. Le dije: Pues ese ejemplar no lo regalé yo, ese lo ha traído otra persona. Y como si lo intuyera, como si lo adivinara, abrí por la primera página y encontré la dedicatoria que adjunto en estas imágenes, la dedicatoria que Joan escribió para que me esperara allí tanto tiempo después, ahora que él ya no puede celebarlo de este lado de la realidad, ahora que nuestra historia queda escrita en un libro y cerrada de nuevo en la vida, en un círculo perfecto, asombroso, que parecería ficción si no fuera realidad. Estoy conmovida y emocionada.
Gracias, Joan. Que estés bien donde sea que estés. Un abrazo enorme.