Dejamos Ciudad de Guatemala, volamos a San Salvador primero y a Belice después. Y desde Belice a este aeropuerto que se ve en la foto, el de Cayo Caulker, un pequeño trozo de tierra rodeado de aguas caribeñas, una isla de 2 kilómetros de ancho (la pista de aterrizaje un poco menos) por 8 de largo.
Al Cayo volamos en la avioneta que aparece en la imagen. En el carrito, nuestras maletas: mucho equipaje para ser nosotras, pero poco si calculamos que llevamos dos meses de viajes y algunas compras.
Así de contentas íbamos en la avioneta unos cuantos metros por encima del suelo... unos cuantos palmos por encima del suelo, como se ve en las cuatro siguientes fotos. |
Cayo Caulker en la punta Norte. |
Y Cayo Caulker en la punta Sur.
En ese pequeño muelle que entra en el mar es donde cada día nos instalamos para bañarnos, leer y tomar el sol. Es el embarcadero que queda justo delante de la casa que ocupamos. Lo que vemos desde el porche.
Detalle del embarcadero con mis abarcas en primer plano y cangrejo en segundo plano.
Desde una esquina del porche un día que se avecinaba una tormenta. |
Cuatro fotos del interior de la casa, con ventanas a los cuatro vientos. |
En caso de lluvia, se llama a un taxi: son todos carritos de golf. |
De Sur a Norte. |
Y de Norte a Sur.
Hoy, para acabar la entrada, una cita de Krishnamurti.
No hay camino a la verdad
La verdad es verdad, es una y única. No tiene matices ni caminos; ningún
camino conduce a la verdad. No hay camino hacia la verdad, ella debe
llegar a uno. Y solo puede llegar cuando su mente y corazón son
sencillos y tienen claridad, cuando hay amor en su corazón; no si su
corazón está lleno de las cosas de la mente. Cuando hay amor en su
corazón, no habla de organizarse y formar una hermandad, no habla de
creencias, no habla de división o de las fuerzas que crean división, no
busca reconciliación. Entonces, uno no es más que un ser humano
sencillo, sin etiqueta, sin patria. Esto significa que debe despojarse
de todas esas cosas, y permitir que la verdad se manifieste; y ella solo
se puede manifestar cuando la mente está vacía, cuando la mente deja de
inventar cosas; entonces llega sin que se la invite. Llega tan rápida
como el viento, inadvertida. Llega secretamente, y no cuando uno mira y
desea. De repente está allí tan rápidamente como la luz, tan pura como
la noche; pero para recibirla el corazón debe estar lleno, y la mente
vacía. Ahora tiene la mente llena y su corazón está vacío.