viernes, 15 de mayo de 2009

VIENA


En Viena estoy. Llegué el jueves. He venido a hacer una lectura al Instituto Cervantes que aquí dirige el poeta Carlos Ortega. Y también estoy aquí porque mi próximo proyecto literario tiene que ver, entre otros asuntos, con la Viena del siglo XVIII.
La cuestión es que hoy, precisamente en expedición de estudio, me he ido al cementerio de Saint Marx. Un cementerio algo salvaje, lleno de malas hierbas, lejos de todo y al que me ha costado llegar una larga caminata orientada por distintas paradas para preguntar: ahora una floristería (el único lugar donde se compran regalos para los muertos; he pensado que sabrían dónde estaba); ahora una gasolinera (he deducido que otras personas perdidas también habrían parado a preguntar); en fin.
La cuestión es que he llegado. Ha empezado a llover, igualmente he caminado arriba y abajo por los caminos de Mme. Lamort, que diría Pizarnik -que es la lectura que me he traído al viaje-, he sacado algunas fotos y, justo antes de irme, he visto que había una especie de caseta con lavabos. Me he acercado y he visto en la puerta la tira de avisos que aquí os dejo. ¿Los entendéis? ¿Quiere decir que no entremos con un perro, que no nos peleemos -¿o qué?; esta es la más enigmática-, que no nos pinchemos, que no tiremos papeles? ¿Qué clase de gente viva visita ese cementerio? ¿Qué mente tiene quien pensó que eran necesarias esas adevertencias? No se trata de los típicos carteles de "no fumar" o de "por favor déjelo limpio, tal como le ha gustado encontrarlo". No no.
Menos mal que, para entender esas cosas y muchas otras, disponen los vieneses de bibliotecas como la de la foto -aquí la sala barroca Prunskaal de la Biblioteca Nacional Austríaca-. Al entrar he estado a punto de sufrir el síndrome de Stendhal. En serio, es impresionante.
Lo que más me gustaría de ser rica es tener una biblioteca así. Y contratada una cocinera, también.

14 comentarios:

Sandra Escobar Ginés dijo...

NUNCAESTUVEENVIENA.No soy envidiosaPero ver la Biblioteca me mostró el pecado más mortal,y vivir en México, el Eros del Tanathos.El aviso,recuerda un gastado chiste argentino:inútil,como timbre de bóveda.Sigo tu blog convencida de q tus entradas son una puerta realy no virtual ala maravilla.Gracias!

carmen dijo...

Los avisos están clarísimos.Mas que claros.Como dices ;¿Que clase de gente visita ese cementerio ? . Me ha hecho gracia lo de las floristerías,un poco macabro,pero me he reído.Lo que cuentas del síndrome de Stendhal,no me extraña.A mi me ha pasado mas de una vez.Gracias a dios sin consecuencias irreparables...Feliz y fructífera estancia en Viena .Saludicos

Flavia Company dijo...

Sandra:
Hola. Gracias a ti por dejarte caer por aquí. Como timbre de bóveda, jajajaja, buenísimo. Lo de Viena: voy a seguir contando algunas cosas insólitas, sí.

Carmen:
Ya te digo, un dechado de claridad. O cmo dicen algunos, un desecho de virtudes, esos avisillos. Viena, espectacular, claro. Ya os cuento más en próiximas entregas.

Isobel dijo...

La verdad que, leído esto de los carteles, si algo odio es quedarme con la duda. Como estoy en un autoanálisis constante (por favor que alguien me mate), pienso, pienso. Lo asocio con dos cosas:
1- Una canción de Mecano: “No es serio este cementerio”.
2- Que la lectura que te llevara allí fuera la de Pizarnik.
Por ende, mi conclusión es que dicho cartel enigmático no es para la gente viva que visita el cementerio, sino para la gente muerta que vive en el.
De esa manera los dibujos prohibitivos son más claros:
- Los animales porque… ¡no es un cementerio de mascotas!
- Que se peleen entre ellos: tu tumba es más linda que la mía, a vos te visitan más seguido, etc.
- ¡Prohibido resucitar!
- Sean limpios, después de todo, son Uds. los que viven aquí.
Hermoso tu blog. Que sigas disfrutando del paseo.
Saludos.

Què t'anava a dir dijo...

La segona imatge és claríssima: NO VOMITAR.
Si vas al cementiri, pos lo normal: vomites!

Flavia Company dijo...

Isobel:
Por fin alguien que analiza las cosas -que no te maten, por favor- se detiene a pensar en profundidad sobre tan espinoso asunto y llega sin duda a una conclusión plausible que no puedo sino admirar y agradecer. Jajajaja, re bueno, gracias.

Què t'anava a dir
Juajuajuajua, no vomitar, sí, pero sería no vomitar mientras alguien te da unas hostias, ¿no? Si no te pegan, quizás puedes.

Joana dijo...

WC (who cares?).

- El primer icono: si eres más raro que un perro verde no entres o te pintaremos de blanco.

- El segundo: estoy con vosotras, prohibido vomitar o te hostiamos.

- El tercero: si al entrar te encuentras con un vampiro (abundante en los cementerios) no te dejes pinchar con jeringuilla, exige tu derecho al clásico colmillazo en la yugular.

- El cuarto: telekinesia mortis. Si tiras un papel al suelo aparece la mano blanca y te estampa tremenda bofetada.

Qué agresivo el colectivo de este cementerio!

Botavara dijo...

-Prohibido que entren perros al WC: que hagan sus necesidades fuera que abonan la tierra y hacen crecer las flores
- Prohibido beber agua del baño: Peligro de que aparezca un brazo zombie que te suelte un puñetazo
- Prohibido sacar sangre a los muertos: Las pruebas de ADN postmortem deben ser aprobadas por un juez.
- Prohibido tirar "tierra a la tierra": Los muertos de este cementerio ya están bastante enterrados.

Flavia Company dijo...

Joana:
Muy buena la traduccion de WC, jajajaja. Una delicia. Y el humor negro de tus definiciones, un lujo. Lo que me he reido.

Botavara:
Genial lo tuyo. Esta entrada esta siendo de lo mas creativa, eh?

baldufa c'est moi dijo...

¿Seguro que no se trata de la foto de una lápida?
Yo diría que se trata del primer epitafio hecho con iconos. Lo interpretaría así :
“ WC
A mi querido esposo William Carbacho, al cual no le gustaban los perros, solo las perras. De carácter aparentemente pacifico era de los que daban golpes con el puño cuando le contradecía. Fue un gran medico, se dedico toda la vida a ocuparse de los demás, menos de mi. Pero un infarto se lo llevó mientras jugaba a los dados con sus colegas.
Ahora yo reposo en paz"
Su mujer.

Flavia Company dijo...

Baldufa:
Sensacional. Insuperable. Juajuajuajua. ¿Cómo no habíamos caído antes? La de gente que orinará en la lapida de Willian Carbacho, alias, pues, "el orinadito".

carlos dijo...

Jajajaja, ya no me atrevo a hacer más interpretaciones de los pictogramas, seguro que no son tan ocurrentes.

Pues, querida Flavia, de tu Buenos Aires natal me traje una completísima colección de fotos de carteles, rótulos y pintadas de lo más variado, que no se queda atrás, muy divertida. Tengo pendiente de escribir ese viaje.

Si alguno quiere asomarse por curiosidad, así vi yo Viena: http://carlosjaviergalan.blogspot.com/2007/09/viena.html

Besos.

NáN dijo...

He de ir a Viena (me lo tienen recetado). Pero leo la Viena que ves, las lecturas que llevas, el objetivo tienes... y no me extraña que escribas esos libros. Tu perspectiva es diferente.

En cuanto a los carteles, te advierto que conduzco muy poco, pero un 20% de los que veo en la cerretera no tengo ni puñetera idea de lo que significan. Me pasa lo mismo en algunos baños de bares, quieren ser tan estilizados y originales y al final entras a uno y que sea lo que dios quiera.

Tanto diseño no podía ser bueno.

Pero en fin, lo voy a intentar a ver si me toca algo en el concurso.

Prohibida la entrada de perritos.
Si gasta más papel del necesario, le golpearemos.
Prohibidas las drogas inyectables.
No pida más papel, si no hay es que no hay.

Flavia Company dijo...

Carlos:
Yo vi lo tuyo de Viena anste de ir pro primera vez. Muy interesante, como por otra parte siempre lo es tu blog.
La verdad es que ha habido ocurrencias buenísimas sobre los carteles, pero estoy segura de que tu añportación también nos habría hecho sonreír. Un beso.

Nán:
Viena es muy recetable, sin duda. Yo ya soy adicta. No veo las horas de volver.
Muy buenas tus lecturas de los carteles. Jajajaja. Me he reído de lo lindo.

Aquñi dejo mis artículos más recientes aparecidos en La Vanguardia. Espero que los disfruten. :-)